A la hora de encarar una disciplina, de desarrollar una actividad, de ejercer una profesión, siempre encontramos sobre la mesa dos platos servidos hasta el borde: el de la teoría y el de la práctica. Esta en nosotros saber equilibrar su consumo, para llegar a un desarrollo óptimo, y poder ser excelentes profesores, investigadores, historiadores, médicos, jugadores de fútbol, psicoanalistas, zoólogos, fotógrafos o periodistas.
Ambos conocimientos van de la mano, uno necesita del otro para subsistir. Imposible llegar a desempeñar correctamente la práctica sin tener amplios conocimientos de la teoría y viceversa. De eso se trata en las clases, articular estas dos metodologías, aunque no de manera aislada. Siempre se relacionan, y no es extraño encontrar en las clases prácticas contenidos vistos en las teóricas y viceversa.
En los primeros encuentros con la profesora Reale, se nos brindó herramientas para forjar nuestra personalidad escritora: elementos de narración, interpretación de relatos, autoconciencia lectora, espíritu corrector. Durante los prácticos, estos artilugios fueron consolidándose mediante la escritura de relatos breves, crónicas o notas de lectura.
Ambas ramas de la materia siempre se vieron apadrinadas por la temática VIAJE. Los textos leídos en los teóricos se referían a viajes hacia otros mundos, como en el caso de “To serve man”, o viajes más cercanos, cómo el de Martín Caparrós hacia Misiones.
Se nos puso al tanto del esquema a seguir dentro de un relato: cómo contar historias por detrás de una historia, cómo mencionaba Hemingway en su teoría del Iceberg.
En los prácticos, vemos como las clases no fueron un simple lugar de experimentación, libre albedrío y delirio, sino que había muchos conocimientos narrativos arrastrados de los teóricos que debían estar fijados para poder desempeñar una escritura fluida.
¿La teoría separada de la práctica? Jamás, todo se conecta. Las bases dadas en los primeros teóricos acerca de cómo leemos, como escribimos, fueron vitales para el proceso que llevamos a cabo actualmente. Fueron definiendo un estilo propio, una forma de leer y escribir característica.
Será de vital importancia a la hora del proyecto narrativo definir una línea personal, a la hora de dejar un sello al escrito. De la mano de los contenidos trabajados, y a través de la lectura de los textos de “Territorios” se apunta a este objetivo.
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