¿Por qué no bailan? Raymond Carver (nota de lectura)

Leemos el cuento de Carver. Lo releemos y la sensación no se va. Un vacío, alguna pieza falta en el rompecabezas. La venta de garaje, la pareja que prueba la cama, el dueño de casa con cervezas y whisky en la mano, todo hace jaque mate en mi cabeza.

El narrador cambia de manos en el relato, primero es el dueño de los objetos a ser vendidos, luego, la joven toma la voz en el cuento. Todo es chocante: la picardía de la muchacha al insinuarle a su pareja hacer el amor en aquel jardín ajeno, como así también la escena en la que baila con el señor de la casa, cual si fuera la invitación más perfecta a la perversión y a la infidelidad.

Concluye el relato con una frase que gesta infinidad de posibles caminos:

“Siguió hablando. Se lo contó a todo el mundo. Tenía muchos más detalles que contar, e intentaba que se hablara de ello largo y tendido. Al cabo de un rato dejó de intentarlo”

¿Será tal vez que a su círculo más cercano le pareció irrelevante la historia? Yo más bien interpreto el cierre de la historia relacionado a otro pasaje del relato :

Debes estar desesperado o algo parecido

¿La joven habrá renunciado a contar su historia desde una mirada burlona e infantil, porque realmente la sintió tan cercana y tangible que la asustó? ¿Habrá sentido en carne propia esa desesperación de la cual se había reído sin vergüenza alguna? Preguntas que el cuento del escritor norteamericano dispara y que no logro contestar, pero que son generadas con un fin: que la historia no se esfume en un simple final y que se convierta en la chispa que avive un fuego mucho mayor en el interior de todos sus lectores.