Me costó horrores encontrar un tema al cual hacer foco en la escritura de mi ensayo. Creo que aún hoy, luego de haberlo terminado, no cuento con ese tema, EL tema, al cual yo quería dedicarme. Quizás la mayor dificultad haya sido la libertad con la que contaba desde un principio. Ustedes me dirán que en realidad es un punto a favor. Les contestaré lo contrario. En algunos casos necesito una guía, un sendero por el cual seguir, algún cartel indicador, algo que encamine mi rumbo. El problema de tener tanta libertad, es que a veces uno no sabe que hacer con ella. Eso me pasó a mí con esta consigna.
Sin embargo, logré reunir ideas y pensamientos vagos que podrían sembrar el germen de un futuro ensayo. Todos rondaban en una figura en común a la que ya había hecho referencia en escritos anteriores: Jean Paul Sartre.
Siempre me maravillaron sus pensamientos y teorías. Pensaba escribir un ensayo acerca del sentido de la vida basándome en sus ideas referidas al existencialismo, el ser, la nada y el sentido que los hombres construimos día a día. La meta estaba, pero aún no contaba con la fuerza suficiente como para comenzar a correr.
Los días pasaron y la idea se mantuvo ahí, guardadita en un cajón. Un martes cualquiera, por circunstancias que no vienen al caso, comienzo a bajonearme, a deprimirme, a ver todo negativo, a arruinarme el día, y de golpe, freno la mente y digo: OK, ¿Qué pasó? ¿Cómo de la noche a la mañana mi concepción de la vida cambió tanto? ¿De qué manera fue que pasé de ser un alegre pastor evangélico a un triste condenado a muerte? Esto tiene que tener una explicación, pero ¿La tengo? Allí podríamos encontrar el punto en el que comencé a correr rumbo hacia la meta: el sentido de la vida sartriano vinculado con el origen de nuestras depresiones cotidianas.
Escribí todo de un tirón, el mismo día en el que la idea emergió, en un viaje en tren desde Retiro hasta Palomar. Supongo que aquello le agrega cierto misticismo al proceso, no creo que sea irrelevante. Uno en los viajes va más atento a todo, la cabeza funciona diferente, se percibe distinto, hay imágenes y sensaciones que son únicas, propias de aquella circunstancia.
Como todo viaje, su esencia impregnó en el relato. Igualmente, no creo que haya sido la esencia verdadera, ya que como dice Jean Paul la esencia se construye, en un principio existe la nada. En realidad, Sartre se refiere a los seres humanos y no a los viajes. No tengo idea que opinaba acerca del sentido de un viaje. Habrá que leer más de su prolífica obra. Por lo pronto, estoy sembrando la confusión y el caos en este proceso. Decido finalizarlo con una recomendación: para más información acerca de las esencias y las nadas, lean a Sartre. Para mayor confusión, lean mi ensayo. Quizás aquel sea su propósito fundamental.
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