jueves, 14 de octubre de 2010

“Notas acerca de los viajes” (Nota de lectura sobre Una metáfora viva, de Celia Guichal.)



“Hay palabras que tienen la capacidad de despertar imágenes”.

El viaje es una de ellas, nos manifiesta Celia Guichal en su texto: “Una metáfora viva”.

“Quizás la metáfora del viaje está viva porque remite a imágenes pensables en este tiempo. Luego ocurre esa extraña paradoja de la cinta de moebius: de pronto estamos del otro lado”.

Es verdad lo que la autora proclama. Quién no se imagina carabelas surcando bravos océanos de sólo pensar en el viaje de Colón rumbo a las Indias, o mulas fatigadas y granaderos moribundos de frío al recordar la gesta épica del General San Martín cruzando los Andes.

“Todo viaje implica nombrar. Nombrar es ordenar. Un viaje necesita un mapa. Los viajes contienen esa tensión entre mapa y territorio. Se prevé un itinerario, pero en un verdadero viaje siempre ocurre otra cosa, aunque se cumpla el recorrido previsto.”

Aquí la escritora da en el clavo, cuando nos habla de los planes del viajero. El viaje realmente no habría valido la pena si se hubiera basado en un perfecto recorrido de ciertos puntos, y no se haya roto ni siquiera un ápice esta rutina. Las sorpresas, los imprevistos, y los descubrimientos, son los que en verdad coronan a esas experiencias como tales.

Muchos coinciden en regresar y narrar. Contar lo vivido en la experiencia, revivir y transmitir aquello que oímos y vivimos. Nuestras vivencias pueden servir de ejemplo, podemos ser admirados y dejar atónitos a nuestra audiencia, como también podemos ser lapidados y despreciados por nuestro público, acción totalmente válida. Lo rico del asunto es transmitirle a un tercero nuestro viaje por medio del relato escrito.

“El viaje puede ser pensado como una forma de conocimiento”.”Para viajar no se necesitan grandes distancias geográficas: se necesita reconocer, o por lo menos intuir, una frontera”.

Conocer un nuevo lugar, gente desconocida, o simplemente, redescubrir lugares, personas, sensaciones. No es imprescindible trasladarnos físicamente, sino más bien, aprender a ver. Desplazarnos a través de la mente, la percepción y la sensibilidad. Auto-conocimiento: conocernos a nosotros mismos es otra de las alternativas que pueden surgir. Todo eso y más puede conseguirse en un viaje, sea a una tierra lejana o al patio de nuestra casa.

“Viaje y escritura no sólo comparten una modalidad de conocimiento: la escritura puede ser una forma de viaje”.”Escritura y viaje son dos formas posibles de aprender a ver”.

¿Quién no se sintió alguna vez arrastrado por la corriente de la creatividad a la hora de sentarse a escribir? ¿No es acaso esa sensación una forma de viajar? Tomamos una idea, un pensamiento, o sólo improvisamos y nos dejamos llevar. Nos sentimos seres salvajes y desbocados, nos olvidamos por un momento de la razón y la lógica, y somos uno con la escritura. Descubrimos paisajes, olemos, desenmascaramos y no aproximamos a la verdad, a nuestra propia visión de las cosas. También confrontamos con expertos, genios, pensadores, los refutamos, los admiramos. Acerca de todo eso escribimos. De esa forma viajamos. El que diga lo contrario, o que nunca haya percibido esa vorágine sensacional, es un mentiroso.

Celia Guichal expresa que todo viaje llega acompañado de relatos previos, son indisociables de la lectura. Además, los tipos de escritura que convocan al viaje, están ligados a estos, es decir, dependen de la forma en que hayamos elegido viajar. Un exiliado no narrara su viaje de la misma forma que lo podría hacer un turista, un inmigrante, un investigador o un misionero. Su impronta personal definirá el estilo literario y cargará de sentido al relato.

Concluye su texto con la siguiente cita, que me parece por demás, acertada y nítida:

“Hay personas viajeras; hay personas que se descubren en viaje y luego deben tomar la decisión de continuar el camino. Siempre hay momentos de decisión en el viaje, y momentos de despojo. Algo queda atrás.”

Debemos aprender a viajar. Tomar el ejemplo de viajeros antiguos, como Ulises o Marco Polo, quienes hicieron historia de sus viajes, y no conformes con eso, transformaron su experiencia en un relato que fue más allá, trascendió sus propios límites, y caló hondo en las generaciones siguientes. También nosotros podemos. Viajar, conocer, descubrir, sentir, y luego narrar, repensar, elegir, decidir, y transformar. Un viaje no es un simple traslado, es mucho más que eso. Es un constante despojo: dejo esto y elijo esto otro. Queda en cada uno de nosotros contar con la fortaleza suficiente para ser capaces de elegir el camino correcto y luego no arrepentirnos de ello. Abramos nuestros ojos, destapemos nuestras mentes y dejémonos llevar por ese espíritu viajero que todos llevamos dentro. No necesitamos armar las valijas, o trazar gigantes mapas de los siete mares. Ya contamos con todas las herramientas necesarias, solo hay que saber donde buscarlas.

2 comentarios:

Pablo Díaz dijo...

Holaa gente! Por alguna razon se m filtró subiresto, no recuerdo tampoco si lo entregue. Por si acaso, lo imprimi de vuelta, lo reescribi y aki esta ! Gracias, acepto sus criticas, son binvenidas! Suerte, buenas vibras!

Emilia dijo...

Hola Pablo!

Pese al atraso, no es mal momento del año para subir estas notas, se percibe el tono ensayístico, que imagino que empezará a volvere un poco contagioso...

También viene bien para empezar a pensar el viaje desde este tono e ir ensayando ideas en el trabajo final, ahora que no falta tanto.

Saludos!

Emilia

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