lunes, 17 de mayo de 2010

Un paraíso de sensaciones


Una consigna: concurrir a un evento cultural y, a partir de la experiencia vivida, realizar una crónica. Una compañera: Paula. Un objetivo: volcarlo de la mejor manera posible al papel.
El acontecimiento elegido, el Bafici. Sí, aquel festival de cine independiente organizado, hace ya 12 años por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Del 7 al 18 de abril, miles de personas se pasean por las salas de distintos cines de la city porteña, motivados por un sin fin de razones, pero todas englobadas en una finalidad: el entretenimiento.
Con Paula decidimos concurrir y observar de que se trataba todo el ambiente “Baficiano”, y , claro esta, a disfrutar de una buena película.
Acordamos ir al Abasto a la salida de la facultad, ya que los dos cursamos ese día en la misma clase. Una mezcla de ansiedad y entusiasmo nos recorre. A ambos nos despierta curiosidad saber de que se trata el ámbito del cine independiente. Charlando sobre películas y conociendo un poco sus gustos por el cine, confesándome que en realidad no era una rama del arte que le interese demasiado , el recorrido del colectivo se redujo de manera radical. Al levantar la vista, diviso algunos carteles del festival. El azul y el amarillo predominan, casi me enceguecen.
Aún conservo esa sensación de pequeñez, de sentirme ínfimo que me provoca siempre la ciudad. Seguramente, producto de vivir hace ya 14 años en un lugar como Haedo, muy alejado de las costumbres porteñas. Todavía no me acostumbro al vértigo de las grandes avenidas, al ruido, al incesante trajín de peatones que me parece infinito. Sin embargo, aquella sensación de incertidumbre ante semejante monstruo de concreto me fascina.
-Mirá, ahí hay unos chicos con carteles del bafici, deben estar para informar sobre el festival, les preguntamos que onda?
Las palabras de Pau hacen olvidar sus delirios a este cuasi paisano sumergido en la inmensa ciudad, y le hacen entrar en razón acerca de su verdadera meta : abrir los ojos, mirar alrededor, curiosear, la cita era con el Cine Independiente.
-Sí si, dale, preguntémosles. Le respondí, luego de abandonar mi trance.
Finalmente, al indagar a estos “especialistas”, nos damos cuenta de que, en realidad son “desinformantes”, Quizás por vagancia, o porque los inhibimos, o tal vez porque su salario no es el merecido, estos empleados nos instruyen pobremente acerca del evento. Su ayuda se resume a señalarlos la puerta de entrada, y a comentarnos que es un festival donde se proyectan películas independientes, algo más que una obviedad. Algo ofuscados, vamos rumbo al shopping, y es aquí donde se torna todo más claro.
Antes de enfilar rumbo a la boletería, se nos ocurre averiguar datos acerca del público “baficiano”. Comenzamos a tirotear con preguntas a un dubitativo empleado de la mesa de informes del festival, que poco a poco entra en confianza y nos hace un bosquejo de quienes son los habitúes. Muchos curiosos que no tienen idea de que tipo de películas se exhiben. Otros, con escasa información, aunque al menos conocen la temática del festival, grupo en el cual me incluyo. No faltan, por supuesto, los cinéfilos que se pasan el día entero de película en película, como también los estudiantes de artes o cine interesados en el asunto. Algunos, aprovechan la oportunidad de ver un film por un precio módico. O tal vez, al no conseguir entradas para Alicia en el País de las Maravillas, recaen en un cortometraje polaco.
La información nos alcanzo, y acto seguido, tomamos un programa y nos sumergimos en los mares del “cine under”. A la hora de decidir que ver, privilegiamos más la comodidad horaria antes que el gusto personal, sin embargo, “Paraíso”, el film elegido, sintetizó de forma perfecta ambas características. Al leer el resumen de la película, imagine al instante jóvenes perdidos en la incertidumbre de un pueblo, errantes, en búsqueda de un horizonte en sus vidas, y me fascinó sin siquiera conocerla.
Sacamos las entradas, y al mismo tiempo que los murmullos de los cinéfilos más eruditos se mezclaban con nosotros, los simples mortales, ingresamos a la sala.
“Paraíso” comenzaba su proyección. Fuimos dándonos cuenta de que el nombre de la película y del pueblo en donde transcurría la historia, eran homónimos. Cinco jóvenes, responsabilidad alternada de jolgorio, ansiedad ante un futuro nebuloso, eran algunos parámetros que el director, Héctor Gálvez, abordaba en su ópera prima.
La cultura peruana está muy presente, denotando lo importante que son para el autor del film sus raíces. Una clara manifestación de esto, son los rituales reflejados. En un momento, uno de ellos construye una casa propia, y en motivo de la inauguración, tal vez en búsqueda de un futuro positivo, los jóvenes compran una botella de vino y la atan con una soga a la puerta. Comienzan a arrojarle piedras hasta que por fin la botella estalla. Recién allí entran a la casa.
Otro ritual que nos muestra la película es que los adolescentes visitan la tumba de un amigo suyo, y le dejan ofrendas tales como panes, licor, papas y cigarrillos. He leído acerca de esa costumbre en otras culturas, en general indígenas. Quizás sea una tradición heredada de sus antepasados, los indios quechuas.
La película hizo despertar en mí temas tan diversos como , la presión de encarar una nueva etapa de la vida: como decidir que hacer? Cómo estar seguros de que estamos tomando la decisión correcta? Trabajar o estudiar? Estudiar lo que deseo, o lo que desean que estudie? Qué hacer en los casos en los que tu familia necesita imperiosamente de tu ayuda económica para subsistir? Sacrificaría, en mi caso personal, mis estudios y mi futuro profesional, por trabajar y dar una mano en la casa?
Al ver a una de las protagonistas tan decidida con encarar la carrera de periodismo, sin importarle lo que su madre opinara, me sentí reflejado. No porque mis padres no me apoyaran en mi decisión de estudiar Comunicación Social, más bien todo lo contrario, siempre me apoyaron. Sin embargo, el coraje con el que esa chica enfrentaba a su madre y defendía sus ideales, lo sentí casi propio. Esa valentía es la que día a día intento construir para afrontar mi carrera, mi profesión, mis conflictos.
Entrando un poco más en detalles del orden burocrático, la cinta de Gálvez, fue premiada con el premio Huelva 2009 en la categoría “Mejor guión original”. Además, recibió apoyo económico desde el Programa Ibermedia en 2007.
La historia es penetrante, tiende a la reflexión. Muchos de los conflictos que atraviesan a los personajes son tan naturales que, parecen estar sucediendo por Caballito y no por el Alto Perú. A pesar de que la mayoría de las escenas mantienen un plano único, la película está muy bien lograda y transparenta de manera clara el pensamiento del autor.
A la hora de abandonar la sala, Paula y yo nos encontramos más que satisfechos. Nuestra elección nos había resultado acertada. Todavía pensando si la brecha entre nuestra cultura y la peruana es tan amplia, y si de verdad el periodismo es un destino tan poco rentable, me despedí de mi compañera rumbo al subte. La reflexión continuó en mis adentros, y de manera casi verborrágica la volqué al papel. Ya cuando mi viaje avanzaba rumbo al oeste, lentamente regresaba todo a su lugar. Mis pensamientos se apaciguaban. Serán esas sensaciones que para algunos son un placer, y para otros, una tortura. Cómo las personas que aman el ruido de los autos a las 9 am, y las que detestan la paz de una calle de barrio. En lo personal, respirar el aire puro de los árboles, sumergirme en esa brisa única y tan familiar, ir sacando las llaves y no extrañar para nada la Avenida Corrientes, eso es lo que yo definiría como un paraíso.






-Dejo la tan demorada crónica cultural, sobre la experiencia del Bafici, lo que viví, y lo que despertó la película Paraiso en mí. Saludos!

1 comentarios:

Pau dijo...

hola Pablo: un poco tarde mi comentario vía blog, pero ya te lo había comentado vía chat.
Me pareció re bien logrado el trabajo; esta bueno como conectas la parte "objetiva" (contar lo que viste) y la "subjetiva" (lo que sentiste).
Ademas leerte me facilito modificar algunas cositas que me quedaron pendientes en mi crónica.

Un beso, nos vemos!!

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