viernes, 23 de abril de 2010

El tiempo se detuvo


El tiempo se detiene. Paralizado, inmóvil, cómo un roble al que acude algún pájaro perdido. En ese instante, quizás una milésima de segundo, quizás varios minutos, se encuentra un pequeño de no más de cinco o seis años. Aquel niño esta feliz, sonríe y a carcajada limpia expresa sus primeros pensamientos. Sumergido en historias de piratas, fábulas entre cigarras y zorros, búsquedas interminables, aventuras fantásticas. El infante bucea entre las páginas y no se lo ve dispuesto a regresar a la superficie. Sus padres, sentados en el suelo, lo observan con alegría e incredulidad. Están maravillados. Su pequeño hijo leyendo por si sólo un libro de aventuras, y con tanto entusiasmo!
Sin embargo, aquel momento no fue eterno. En algún momento de la vida de aquel joven, el tiempo regresó a su marcha habitual. El reloj volvió a correr, y la lectura no logró detenerlo por un largo tiempo. Aquel niño, algo mayor, fue haciéndose de nuevas formas de “quemar” las horas, aunque mucho más banales. Las aventuras en las selvas, o los bucaneros furtivos en búsqueda de riquezas, quedaron abandonados en algún arcón en su mente, expectantes a que en algún momento se abra. Se encontraban allí, prisioneros, atrapados, tratando de escapar. De vez en cuando lograban apartar al joven de aquellas cajas ruidosas que proyectaban formas y colores diversos que tanto lo entretenían. Pero eran momentos ínfimos en comparación a los ya vividos.
El tiempo siguió corriendo furioso, a toda velocidad, y aquel joven iba al compás. En un abrir y cerrar de ojos ya recorría con mayor frecuencia los pasillos de la Universidad de Buenos Aires, que los de su departamento en el barrio de Haedo. Y fue en ese preciso lugar en donde, por fin, el arcón que encerraba aquellos personajes de su infancia, se abrió. Quizás por la abrumadora cantidad de ideólogos, pensadores, teorías, postulados que se le fueron presentando , el arcón dijo BASTA , y dejó escapar de su largo encierro a todos sus prisioneros para acompañar a la nueva información.
La razón “en sí” de por qué escaparon, no esta muy bien definida, pero si esta claro cual fue uno de sus detonantes. Con timidez llego a manos del muchacho en cuestión, un ejemplar de “Operación Masacre”, de Rodolfo Walsh. Aquel hombre valiente y con unas convicciones tan fuertes que lo llevaron a morir por un ideal, llegó a su vida y despertó miles de sensaciones. No solo volvieron los personajes de antaño que lo entretuvieron en su niñez ; muchos más se incorporaron a aquel malón. Filósofos, periodistas, como también monjes, oficinistas, políticos, despertaron una voracidad en la lectura que ya jamás volvería a frenarse. Quedaron ya muy relegados aquellos pasatiempos burdos de la preadolescencia. Un buen libro pasó a ocupar un lugar mucho más destacado que un video-juego o una película “pochoclera”.
Aquel arcón permaneció abierto desde entonces, y al parecer, lo seguirá estando por un largo periodo. El tiempo se detuvo, una vez más. El muchacho volvió a someterse a oleadas de aventuras, pasiones, misterios y enigmas. Y el niño, un poco más crecido, volvió a reír.




- Dejo mi segunda versión de mi perfil de lector. Me gusto mucho más que la primera, me parece que quedo mejor estéticamente, espero sus criticas, que me vienen sirviendo mucho, saludos y hasta el martes proximo!

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