domingo, 19 de septiembre de 2010
Por el piso... (Carta Argumentativa)
Querido Gabriel:
Estoy por el piso Gaby. Jamás pensé tener que escribirte algo así, pero es la cruda realidad. Mi vida se terminó aquella fría noche de agosto. Ahora mi cabeza es diferente. Piensa, ve, siente cómo nunca antes.
Imagino que nada es verdadero, que todo es ilusorio. Sueño con algún cachetazo que me haga despertar, pero luego recapacito de que eso es imposible. Y pensar que toda mi vida luché por ellos! Es inmensa la bronca y el dolor de saber que uno de los tuyos, te arrebata lo que más amás.
La función de mi carta es advertirte para que no cometas el error que yo cometí. Toma mi consejo como si fuera tu padre, tu maestro, o sólo tu amigo. Pero por favor, te ruego que lo tengas en cuenta. Permítete dudar de todo. Desconfía, no transformándote en un Poirot o un Dupin, pero incorpora la duda a tu rutina diaria. No santifiques ningún concepto como la verdad absoluta, ya que aquello es algo inexistente, por más que a veces nos enamoremos de alguna teoría o idea “apropiada”.
En mi caso particular, por ejemplo, me enceguecí con la idea de que los pobres y los marginados no eran la causa de la inseguridad, sino eran una consecuencia de un sistema exclusivo , genocida, desigual y perverso. Pensaba que el detonante no se encontraba allí. Muchas teorías apuntaban a que, quitando aquella capa social, se solucionarían todos los problemas de las demás clases. Esta clase estaba demonizada. Todo el delito y la violencia provenía de una única porción de la sociedad, según algunos. Yo no pensaba así. “Erradicándolos no se soluciona nada” decía yo. Dentro del sistema siempre habría una clase dominante y una clase dominada, y por lo tanto, la inseguridad se trasladaría a otro plano. Quizás vos o yo seríamos los que estaríamos obligados a salir a robar y terminaríamos matando al empleado de un supermercado envueltos en una desolación absoluta.
Me acuerdo cuando en el cumple de 18 de Marquitos me puse a explicarles todas estas conjeturas a sus amigotes de rugby. Me querían comer crudo! Que vergüenza que le hice pasar pobre gordo. Yo transpirando a más no poder, víctima del calor veraniego, gesticulando y moviéndome como un demente.
Siempre mantuve firme mi postura, pero sabes como te dejás de hacer el Marx enseguida cuando te pasa algo como lo que me pasó a mí? Mi ideología se esfumó. Se fue al tacho. Mis certezas, hasta hace poco tiempo inquebrantables, se hicieron añicos.¿ Quién me garantizaba que no se solucionaría nada quitando una clase y dejando a las demás? ¿Quiénes eran los buenos y los malos de esta película? Lo único que mi cerebro podía articular en estos momentos era venganza. Justicia por mano propia. Una bronca de la puta madre hacia la sociedad de hoy, la de ayer, y la que creía iba a ser igual por siempre. Sí, el optimismo ya no es mi fuerte.
Hoy, un poco más calmo, puedo decir que aquella sed de venganza se aquietó un poco. Ordené mis pensamientos, recapacité y pude meditar acerca de los acontecimientos. Sin embargo, el desequilibrio que irrumpió en mi cabeza jamás se fue.
Te lo digo a vos Gaby que recién empezás en esto de educar pibes. Es muy fuerte lo que nosotros hacemos. Es sentar las bases de un futuro que, esperemos, sea mucho mejor al que nosotros vivimos. La verdad es que, con todas las que pasé, pensaba que me las sabía todas. Creía que con mis pensamientos humanitarios y mis libros de Freire alcanzaría para cambiar el mundo. Lo reconozco, pequé de ingenuo. No des nada por sentado Gabriel, y aunque me tildes de reaccionario o fascista: si alguien comete un crimen debe pagar por ello. No hay que minimizar el hecho diciendo: pobrecito, es un marginado, hay que ayudarlo. Tampoco hay que matarlo, porque así se pierde mucho más de lo que se gana. Es más, no es beneficioso para nadie.
Te lo dice un hombre que perdió lo más valioso que tenía sobre la Tierra. Alguien que creyó saberlo todo y se dio cuenta, de la peor manera, que todavía le faltaba mucho por aprender. Un cincuentón cuya ideología sufrió más golpes que nunca, que le dieron forma y la transformaron en algo diferente. Se convirtió en una expresión más sensata y pragmática que cualquier teoría de Gramsci. Palabras de un viejo que ya no tendrá a quien avergonzar todos los veintiuno de Enero.
Un abrazo muy fuerte.
Jorge.
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5 comentarios:
Hola Pablo,
No me queda bien en claro cuál fue el hecho que llevó a Jorge a cambiar de postura. Dado que es el eje de tu argumentación, me parece que tendrías que entrar más en detalles.
Saludos,
Emilia
Se le murio el hijo, por eso lo del cumpleaños con el calor del verano y q no va a abrazar mas a nadie un 21 d enero ( su cumpleaños ). A su hijo lo mato un pibe de la villa, por eso el derrume de sus argumentos, pense q se habia entendido :(
me encantó palito! entendí qe se le murió uno de su familia,pero no pude concluir qe era el hijo. me gustó muchisimo enserio, te dejo un beso=)
BUENA ONDAA gracias por las criticas ! JAJAJAJ soy medio confuso lo se , JAJA saluteee gente!
Hola Pablo!
Releí unas veces más el texto, sinceramente no lo interpreté de esa manera. No leí a Marquitos como su hijo, me cuesta pensarlo así. Me parece que en parte es porque Jorge no habla como si hubiera perdido un hijo, con ese nivel de dolor que seguramente ni yo ni vos alcanzamos a imaginar, sino como si le hubieran robado el auto, o asaltado la casa. Esa es la interpretación que me fui construyendo durante la lectura: se trata de alguien que le ha pasado algo malo (pero no irreparable, no un hecho de vida o muerte).
Esto es bastante personal, pero imagino que ante una pérdida semejante, no sé si la primera preocupación que uno se le presentaría es el cuestionamiento ideológico de sus supuestos.
En estas ciras, por ejemplo:
"Estoy por el piso Gaby. (...)
La función de mi carta es advertirte para que no cometas el error que yo cometí."
Se lo ver arrepentido, triste, resignado, pero esa postura no se corresponde con la que imagino en una persona en situación similar: un dolor imposible de poner en palabras, o una furia desbordante. Me parece que es eso lo que complica la recepción del texto y pone en aprietos su verosimilitud. Aún así, entiendo que entrás en un espacio muy complicado, sobre todo si intentás apoyarte en la vía del conmover para argumentar.
Saludos,
Emilia
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