martes, 1 de junio de 2010

El modelo a seguir. Estudio realizado en la Universidad Católica Argentina.

“Con qué facilidad mis héroes son vapuleados en este establecimiento”



¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? Sería más adecuado nombrar a esta universidad como una escuela de adoctrinamiento en ciertas áreas, más que un espacio formador, ya que no vislumbro universalidad pese a la variedad de carreras. Luego de recorrer los pasillos, de echar un vistazo a las aulas, creo que, todas las carreras confluyen en un punto. La imagen que forman es , en la gran mayoría de los estudiantes, la misma, es uniforme. En otras universidades, como la UBA por ejemplo, también sucede, pero sus graduados se contraponen de manera radical en la mayor parte. La diferencia es avasallante.
Atravesé la moderna puerta automática con una mezcla entre timidez, curiosidad y nervios. Desde el comienzo de mi visita, ya en el control de seguridad, me sentí algo incómodo. Lo primero que me llamó la atención, podríamos decir que me shoqueó, fue un cartel que aparecía en todas las puertas de entrada. Se podía leer allí: “Se considera vestimenta inadecuada para los alumnos varones los pantalones cortos, las remeras musculosas, y las ojotas. Se considera vestimenta inadecuada para el alumnado femenino las faldas cortas, y ojotas. Pese que no restringía de manera total la forma de vestirse, me pareció bestial, me generó mucho rechazo. La superficialidad, a la orden del día. Ya entraba algo ofendido, molesto.
Es abrumador transitar las instalaciones y sentirse observado, extranjero en tu propia tierra. Es como si los estuviera invadiendo solo con la mirada. De la misma forma lo sentía yo, o quizás aún más. La mujer de seguridad, me comentaba que habían ocurrido dos robos hace poco tiempo, y por este motivo habían reforzado sus intervenciones. No se me permitió realizar preguntas a los alumnos, por una política del lugar. Mi inserción se basó en la observación y en la toma de datos. Mirar, descubrir, desentrañar lo oculto. Traspasar las paredes y observar, más allá de lo que podemos captar en una primer mirada. Descifrar lo que no se ve.
Pasillos. Al caminarlos, me sentía dentro de un enorme hospital privado, de los más lujosos. Las aulas, señalizadas cual consultorio médico, o sala de cuidados intensivos, con puertas vidriadas y enormes ventanales que dejaban ver una porción de las clases. Los alumnos, escribiendo en silencio y atentos. La pulcritud reinaba. Los colores amarillo, crema y blanco, en tonos pasteles, predominaban, dando una sensación de relajación, y al mismo tiempo de infinitud. Quizás por el diseño, desde un punto de vista arquitectónico, el edificio por dentro parecía mucho más amplio de lo que uno puede llegar a imaginarse desde afuera.
Avanzo más. Percibo una ausencia, una rara sensación en el pecho. Estoy en una universidad, pero algo no me cierra, alguna cosa falta. Luego lo entendí. Faltaban ellos. Mis héroes. Vapuleados, masacrados, reemplazados por sus héroes. Personajes religiosos, que defienden la palabra de Dios, que es su Dios, no el mío. Pensadores como Freud, se filtran tímidamente entre otros filósofos medievales, difusores del catolicismo más ortodoxo. Personajes a los que me había acostumbrado a ver, a sentir, a palpar, a leer, a escuchar, sometidos a un perpetuo silencio, un silencio de misa. Nombres como San Agustín, Santo Tomás Moro, Santa Catalina, y otros, bautizaban salas y auditorios. Ni un ápice de Antonio Gramsci, Karl Marx, Paco Urondo, Rodolfo Walsh, Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, Paulo Freire. El rostro de Adam Smith, padre del capitalismo, adornaba un afiche junto con otros intelectuales de la talla de Kant, Goethe o Lavoiser. Un lugar destacado para el ideólogo de un sistema voraz, clasista, restrictivo, discriminador, violento, exclusivo de cierta clase opresora sobre otros oprimidos. A nadie parece disgustarle esta relación. No percibo ninguna actitud que se manifieste en contra de la relación capitalista-obrero. Se los ve a todos felices, estudiando y conviviendo dentro de una enorme burbuja, aislados de una realidad que les choca a la vuelta de la esquina. Presos de una esfera de fantasía, la cual no parece próxima a quebrarse.
Continuo adentrándome en ellos, y comienzan a aparecer las primeras carteleras. Recias y discretas, totalmente opuestas a lo que acostumbramos ver en la Universidad de Buenos Aires, exótico, ajeno a mi . No eran predominantes, como si lo eran en mi Universidad, los colores vivos, las frases informales, el aliento a la rebeldía. Aquí abundaban los cursos de idiomas, las conferencias sobre economía a nivel capitalista más que obrera, información sobre deportes, intercambios estudiantiles, bolsa de trabajo, pasantías. Todos estos aspectos merecen ser apreciados con más detalle, y paso a desarrollarlos a continuación.

Ø Las conferencias brindadas sobre economía, charlas con especialistas de la talla de Javier González Fraga, ex presidente del banco central en los nefastos 90´, y Jorge Remes Lenicov, ministro de economía de Duhalde en plena devaluación, son acordes a la ideología que se busca reproducir en el establecimiento. Espero, con cierta ingenuidad, que estos especimenes de la vieja política sean convocados en función de ilustrar el modelo a NO seguir, como un espejo en el cual los futuros contadores, economistas, politólogos y diplomáticos no se deberán reflejar jamás. Sin embargo, mi mente reflexiona y entiendo que, este aspecto es solo un pequeño engranaje de una gran maquinaria formadora, no solo de alumnos, sino de conciencias, de modos de operar.
Ø Tema deportes. Durante mi recorrido por aquellos interminables pasillos, me topo con dos situaciones referidas al deporte que me parecieron dignas de ser destacadas. Me parece que aportan a la imagen que se quiere desarrollar en los alumnos. Por un lado, una alfombra verde que simula ser parte de un court de golf, y una gigantografía de Ángel Cabrera, invitan al alumnado a formar parte de aquel deporte, con un slogan al estilo : “Introdúzcase al golf, con Ángel Cabrera”. Sabemos del poder adquisitivo con el cual, debe contar una persona para realizar aquel deporte y pese a que, la Universidad Católica Argentina es una de las mas costosas, no es condición sine qua non para formar parte de ella, pertenecer a una clase dominante y de elite. A pesar de esto último, parecen exigirlo aunque de manera disimulada, encubierta.
El segundo aspecto, era el de un maniquí vestido con un traje especial para el agua, y dos remos, simulando ser parte del equipo de remo de la Universidad. ¿Por qué fomentar tanto deportes como el remo y el golf, y no otros como el fútbol o el voley? Simplemente porque van acordes con la imagen del lugar, y los otros, más populares y masivos, no concuerdan con lo que se quiere llegar a crear.
Un cartel, con la imagen de una chica jugando al hockey, nombra más deportes que se pueden realizar, y mi sorpresa ante aquellos deportes tan elitistas se desvanece, aunque sea un poco. Nombres como fútbol, voley, básquet, hockey aparecen, pero también, vemos otros como POLO y REMO. Me pregunto para mis adentros, ya que los controles de seguridad me niegan preguntárselo a alguna persona física, ¿Realmente cualquier alumno puede, si se lo propone, jugar al polo? ¿Todos cuentan con el poder adquisitivo necesario? ¿No sería más solidario, acorde a sus preceptos religiosos de igualdad y amor al prójimo, promover deportes con otros valores de equipo, como el fútbol o el voley? Preguntas sin respuesta que me aparecen ante aspectos que no comparto en lo más mínimo.

Ø Con respecto a los intercambios estudiantiles, me extrañó la manera en la que son utilizados. Me extrañó, en un principio, ya que, al igual que las conferencias sobre economía, advertí que contribuyen al espíritu que se busca alcanzar al final de la carrera elegida. ¿Pensás en tu futuro? Estudia en el exterior. Reza una leyenda que más que una sugerencia me resulta un imperativo. ¿Es realmente esa la mejor solución a la hora de pensar un futuro? ¿Ir al extranjero? Es una posibilidad valiosa, pero ¿Por qué ofrecerla de esa manera? Lo que me deja en claro ese cartel, y la voluminosa oferta de intercambios a diferentes países, es que la chance para los alumnos de irse a estudiar al extranjero es considerado por la Universidad algo de vital importancia, quieren que se rocen con el afuera, y esto se confirma con el siguiente aspecto que paso a detallarles, y que me hace arribar a una nueva conclusión: las ofertas laborales.
Ø Al ver en una de las carteleras la frase : “Bolsa de trabajo” admito que me entusiasmé. Me alegré al ver que la Universidad le brinde posibilidades laborales a sus alumnos, cuando en el mundo en que vivimos es tan difícil insertarse en el mercado del trabajo. Pese a este entusiasmo tempranero, la desilusión imperó en mí a la hora de hacer una ojeada más profunda del asunto. El 98% de los trabajos ofrecidos eran en empresas, en el área de ventas, marketing, comercial, administrativa, contable, y demás afines. La gran mayoría, para empresas extranjeras, por ejemplo, Telmex. Esto, me pareció concordar, como dos partes de un rompecabezas que encastran a la perfección, con lo anteriormente citado referido a estudiar en el exterior. No solo se apunta a formar profesionales que se dispongan a estudiar en el extranjero, sino que también, trabajen allí, y llenen las arcas ajenas antes que las propias, las de su país que los cobijo y educó.

Todos los aspectos hasta ahora analizados, parecen confluir en un mismo punto. Crear una misma imagen para todos los graduados, y que esta imagen sea elitista y conservadora, olvidando sus preceptos religiosos tan preponderantes.
Pese a esto, no sólo observé diferencias, sino que algunas similitudes entre nosotros y ellos logré captar, y me di cuenta de que, en realidad, somos lo mismo, con concepciones diferentes. Los estudiantes se sentaban en el piso, estudiaban igual que todos nosotros, discutían sobre las materias, se quejaban de los profesores, hablaban sobre el Mundial de fútbol. Todos estos detalles me hicieron recapacitar, y me tranquilicé al saber que por los pasillos que me adentré no había llegado a un planeta desconocido. Seguía allí, en la ciudad de Buenos Aires, con personas parecidas a mí, pero con diferencias. En algunos momentos, éramos casi homónimos, en otros ,la brecha que nos separaba era abismal.
Continúo mi marcha, y me detengo en una enorme librería. Me dispongo a buscar libros sobre socialismo y marxismo, para ver que lugar se les da en esta Universidad. No encuentro ninguno. Un libro sobre psicoanálisis me parece lo más rebelde entre tantos ejemplares referidos a la catequesis, las enseñanzas de Cristo, teología, antiguo y nuevo testamento, teología, biblias, y más teología. La pluralidad me parece un concepto muy lejano para aquella vidriera tan uniforme.
Encontré un cartel que enumeraba ciertos cursos, vinculados al arte, que se podían realizar en la Universidad. Entre tantos otros, oratoria, redacción, escritura creativa, fotografía, dibujo artístico, me llamó la atención uno en particular: Etiqueta y buenas costumbres. ¿ Cuál será el concepto que tienen, dentro de este establecimiento, de lo que en verdad son las buenas costumbres? ¿No apoyar los codos sobre la mesa? ¿No decir malas palabras? ¿Apretar la mano a la hora de saludar? ¿ Tendrán en cuenta preceptos como la solidaridad de clase, la lucha por un salario digno, el derecho a protesta y a defender su lugar ante el patrón, los derechos humanos, la memoria activa? Me resulta curioso como tantas dudas se me presentan ante el nombre de un curso. Pensándolo mejor, lo veo como la punta del iceberg, como una pequeña porción que se aclara, pero que todavía queda mucho más por desenterrar. Creo que todo en realidad confluye en lo mismo, en una idea en común, una meta similar.
Mientras seguía mi recorrido me preguntaba, ¿Realmente serán así todos los alumnos, como yo los imagino? Su imagen me generaba rechazo, me transmitía mucha superficialidad, pulcritud y prolijidad al extremo, nerviosismo, incertidumbre, presión. ¿Todos serán así? ¿Habrá personas involucradas en la realidad social, que realmente les preocupe el afuera? ¿ Existirán personas involucradas que pongan en práctica sus preceptos religiosos más allá de recitarlos?
La única señal que encontré sobre esto, fue un pequeño cartel en una cartelera, con las fotos de unos niños humildes y un texto que invitaba a los alumnos a participar de actividades con gente de una comunidad, ayudando a un comedor y brindándoles apoyo y contención. Tal vez por todo lo que había ido observando anteriormente, este afiche también me generó desconfianza. Me pareció una ayuda más bien marketinera, para salir del apuro, no algo humano, verdaderamente desinteresado, que salga desde el corazón. Me pareció un manejo más, algo que debía estar, pero que la forma de presentarlo al alumnado concordaba también con su espíritu. No niego que ese aporte que puedan realizar sea valioso, y pese a todo lo que pueda llegar a interpretar, cualquier ayuda la considero de peso, pero las dudas no se dispersan de mi mente: ¿ Es real o es más bien una ilusión ?
Al terminar el recorrido, todo está más claro. Todo parece cerrar en un perfecto círculo. La restricción en el uniforme, el rostro de Adam Smith, el golf y el polo como deportes destacados, la posibilidad de estudiar en el extranjero, la oferta de trabajo en empresas, el curso de etiqueta y buenas costumbres, las conferencias sobre economía, todos se terminan uniendo en un mismo punto. La educación, termina siento una mercancía, y los alumnos, meros productos. Aunque se ingrese voluntariamente a estudiar a la Universidad Católica Argentina, muchas cosas se terminan acatando de manera indirecta, quizás sin saber, muy probablemente sin darse cuenta de que se está acatando. Ya al mantener una imagen, preso de sus regímenes, se está acatando una orden sin sentido. ¿ En que podría modificar a un alumno su vestimenta? Apuntan a la reproducción de ciertas ideas afines a una clase, y contrarias a otras. Conceptos cercanos a la elite, a la clase social dominante y opresora. ¿El amor al prójimo y la igualdad ante Dios dónde están? ¿Qué igualdad podemos ver si se recomienda jugar al polo y estudiar en el extranjero, cuándo sabemos que, por más ayuda brindada, no todos son capaces de acceder a esto? ¿No es esto acaso una ofensa para los jóvenes que aspiran a triunfar en la Universidad Católica y gracias a un esfuerzo sobrehumano llegan a afrontar la cuota de cada mes con el sudor de su frente?
Al salir, todo concordaba tan claro que no me sorprendí en lo más mínimo cuando vi la sucursal de un banco casi pegada a uno de los edificios de una de las facultades. Es más, sentí como que estaba esperando verlo, como que indirectamente, era cuestión de minutos que aparezca. Responde a los intereses de una misma clase. Esa clase necesita un banco cerca, necesita tener dinero fresco en los bolsillos, necesita consumir.
Menos aún me sorprendí, cuando, al caminar rumbo a la parada del colectivo, de regreso a casa, se me entregó en mano la revista Punto Travel, promoviendo vacaciones bajo el slogan: Winter Season 2010, promoviendo ski, snowboard, cerros, valles montañas, y todo por precios “módicos” que iban desde los $ 875 hasta los $2645. Hasta ese detalle tan insignificante concordaba. ¿Por qué se me ofrecía una revista sobre turismo, que además no contaba con precios populares en lo más mínimo, y no se brindaba una revista que hable sobre la sociedad, sobre las personas que mueren de hambre todos los días, sobre las decisiones políticas, sobre modos de participación, manifestaciones, marchas, etcétera? Hacerse este cuestionamiento, era en vano luego de todas las cosas antes vistas.
Cada vez el iceberg se asomaba con mayor nitidez. Termino el recorrido y reflexiono sobre todo lo visto y analizado. ¿Será cómo lo viví? ¿Seremos en verdad, tan distintos, o en realidad, las cosas que nos acercaban eran las más valiosas? ¿ Habrá tantas diferencias, o a fin de cuentas, no lo son? Será cuestión de tiempo averiguarlo. Por lo pronto, por alguna razón que creo saber, me dieron ganas de leer un libro que empecé hace ya un tiempo y que aún no pude terminar: “El Mayo Francés de 1968 ”





2 comentarios:

Pablo Díaz dijo...

- Gente, aka dejo mi texto etnográfico. Creo que esta un poco desordenado, que se podría distribuir un poco mejor la subjetividad,y organizarlo de otra manera. O resaltar un poco más mi sensación de que todos me observaban. En fin, espero críticas, saludos!

Emilia dijo...

Hola Pablo!

Se percibe en tu texto que abordaste este trabajo con mucha pasión.

Pero me parece que, a la hora de escribir, la indignación te sobrepasó y se instaló demasiado en un texto que busca trabajar la mirada etnográfica.

Antes que narrativa, tu etnografía es fuertemente argumentativa. Es evidente que tenés una posición tomada. Ahora, creo que estaría bueno que juegues a correrte un poco de ese lugar para tratar de mirar al Otro con otros ojos. Desde el extrañamiento, sí, pero con una mirada que no lo encasille de entrada, sino que se anime a buscar los matices, las diferencias. Porque de hecho también éstas existen, como decís en una parte del texto:

"Pese a esto, no sólo observé diferencias, sino que algunas similitudes entre nosotros y ellos logré captar, y me di cuenta de que, en realidad, somos lo mismo, con concepciones diferentes. Los estudiantes se sentaban en el piso, estudiaban igual que todos nosotros, discutían sobre las materias, se quejaban de los profesores, hablaban sobre el Mundial de fútbol. Todos estos detalles me hicieron recapacitar, y me tranquilicé al saber que por los pasillos que me adentré no había llegado a un planeta desconocido. Seguía allí, en la ciudad de Buenos Aires, con personas parecidas a mí, pero con diferencias. En algunos momentos, éramos casi homónimos, en otros ,la brecha que nos separaba era abismal".

Me acordé de un texto de Lévi Strauss que se lee en Antropología (Un vasito de ron), se me ocurre que te puede ayudar.

http://muchachaimpaciente.blogspot.com/2008/04/210907-de-lvi-strauss-mi-vida.html

Saludos!

Emilia

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